Escribir me desenreda esos pensamientos que se quedan dando vueltas en la cabeza, y últimamente todo me lleva a escribir. Lo que estoy leyendo, lo que veo en redes y algunas conversaciones.
Es sincronicidad. Señales que me rodean y veo por todas partes. Destellos de realidad que parecen no tener nada que ver, y que mi cerebro une, como las constelaciones en el cielo, que forman figuras cuando las unimos.
Entonces me siento a escribir, y ese hilo que todo lo une se esfuma, y no consigo volver a conectarlo. Pero más tarde o mas temprano volverá, porque sigo sintiendo su presencia. Porque el universo sigue emitiendo señales, porque nosotras también somos universo y estamos conectadas con él, porque nos conforman los mismos 4 elementos y en el mismo orden: hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno.
Escribir me ayuda a poner palabras a lo que siento. A entender lo que me pasa. A entender quién soy y por qué siento profundo y reacciono en lugar de observar y respirar y parar. No se si será la crisis de los 40 o estos dos años terribles, que necesito encontrar respuestas a por qué soy como soy.
Y todo me sirve, el tarot, mis cliclos, la luna, las retrogradaciones, el eneagrama y el diseño humano, la psicología, las películas y los libros.
Entender también que soy dualidad. Mi bueno y mi malo, mi escala de grises. Que estoy para sostenerme en todos mis ánimos y quehaceres.
Que soy mi ego que lo quiere todo para mi pero también soy mi esencia, esa que todo lo siente bonito y profundo, desde esa empatía que siento que me arrolla a veces e inunda todo.
Ahora he aprendido a diferenciar a las dos, que por si solas me atolondran. El ego trayendo a mi niña que solo quiere atención, y mi esencia que me abruma cuando todo lo acapara. Como el yin y el yan, que se complementan y se necesitan en equilibrio.
Y escribo sobre la felicidad, porque parece que es ahí donde tenemos que llegar, la meta. Y en realidad, la felicidad como meta, es inalcanzable.
Porque lo que de verdad importa es el camino. Da igual cuál sea. Lo importante es que sea el que elijas tú. A veces será el equivocado, pero el equivocado sabiendo que tú lo elegiste. Que fue tu elección.
“La felicidad es progreso, es sentir que caminamos en la dirección adecuada de nuestras vidas aquí y ahora, es mirar al futuro con optimismo y esperanza de que podremos ir más allá, conseguir más, sentirnos mejor, pulir lo que no funciona.”
De una Mansión propia de María Fonet
“¿Quizá sea un camino hacia sentirme plena? Hacia la plenitud, entendida por ejemplo como pequeños éxitos en la vida. Pequeñas hazañas heroicas como estas:
Si pudiera definir el momento cuando alcancé mis mayores éxitos, escogería el instante en el que comencé a actuar, cuando aproximé mis labios a los tuyos, cuando firmé aquella renuncia, cuando pisé el escalón que me subió a un escenario, cuando pulsé la primera tecla en el teclado. El único paso indispensable para llegar a ser lo que quieres es ese que da con la resolución de no retroceder y te dices: hoy sí.”
De las trampas del miedo de Daniel Habif.
Para mi escribir es sanador, espero que leerme te ayude a ver que eres única, que puedes elegir, que tú decides tu camino.
Que tu historia importa, que eres luz, que puedes ser la luz que ilumine la vida, los días o los momentos de otras personas. Con lo que sientes dentro. Con lo que te gusta compartir, con lo que disfrutas. Porque yo lo veo en otras personas, porque reconozco a las personas apasionadas que:
Gracias de verdad por leerme, espero mis palabras sean luz en tu camino.
Ilustración dedicada a lo que escribo y su poder sanador.
Todas las palabras están fuera de mi cuerpo, menos la maternidad, que me atraviesa, porque ha sido para mi todo un aprendizaje. Sobre todo un aprendizaje para entenderme mejor y quererme más.
Marta