El camino de la felicidad es llegar a ser una misma. Y ese no es un camino fácil. La educación, nuestras creencias, exigencias y expectativas dificultan ese camino.
Desaprender es una de las claves. Tenemos patrones internos y creencias que nos impiden ser libres para elegir y que son difíciles de cambiar.
Es difícil porque realizar cambios es complicado. La mente y el cerebro están programados para sobrevivir y no cambiar, es algo fisiológico. Es lo que nos dice el cerebro: ¿para qué cambiar si ahora estás viva que es lo importante?.
La capacidad de cambiar del cerebro es muy pequeña, por eso nos resulta muy complicado adquirir nuevos hábitos. Es un camino lento con avances y retrocesos.
Busca tu proceso. Todos somos distintos, establecer nuevas rutinas y hacer cambios de patrones y creencias tiene que ver con como somos y nos sentimos. ¿Qué funciona para mi? ¿por qué es importante hacer este cambio? ¿qué motivaciones me mueven?
Los cambios deben ser pequeños, graduales, un poquito cada día. Con recompensas, al cerebro le gusta ser premiado. Cada pequeño cambio debe ser celebrado. Y los errores también, el camino estará lleno de ellos, lo importante es identificar que aprendizajes nos traen.
Busca ayuda en una profesional si crees que no es posible hacer esos cambios por tu cuenta. Ellas tienen herramientas para ayudarnos y que se adaptan a nosotras para hacer más sencillo ese camino. Siempre es más fácil hacer el camino guiada que sola.
¿Cómo reconocer esos patrones y creencias? A mi me funciona escribir, o grabarme en video. Soltar lo que tengo en la cabeza y ordenarlo para entender lo que me pasa o lo que quiero, para entender lo que siento y desenredar lo que me tiene ocupada la mente y no me da paz mental ni serenidad.
La terapia es una opción estupenda para desenredar nuestra mente y encontrar esos patrones que queremos dejar a un lado y que nos proporcionen herramientas para dejarlos ir.
Observar lo que me pasa, lo que siento y cómo actúo es útil para cambiar patrones de comportamiento y creencias.
La observación puede comenzar por identificar lo que sentimos en una situación que nos genera incomodidad.
Una emoción genera un pensamiento que provoca una acción. ¿Qué he sentido que me ha traído aquí? ¿qué pensamientos me ha generado esa emoción? ¿por qué he actuado de esta manera?
Os pongo un ejemplo: yo me justifico y justifico cuando me siento juzgada.
¿Qué emoción me genera sentirme juzgada? ¿Por qué? ¿Qué pensamientos vienen a mi cabeza?: sobre todo la culpa, por sentir que hay algo que no estoy haciendo bien y me siento atacada y por eso me justifico sin fin.
¿Cómo actúo después? Ay amigas, ahí está el quid de la cuestión. Observo qué me genera esa culpa. Y el aprendizaje de observarme me ha enseñado que esa culpa es algo aprendido. Tiene que ver con las expectativas que nos hemos creado, expectativas que hay que soltar. La vida está llena de expectativas que no se cumplen. Y eso nos genera infelicidad, más culpa, tristeza, apatía, enfado… Justificarme me sirve para quitarme la culpa, que se origina porque siento que he hecho algo mal, y que viene de que alguien está juzgando lo que he hecho o dejado de hacer. Ahí aparece la expectativa que me juzga y critica por no haber llegado a conseguir aquello que se esperaba de mi.
¿Qué hago ahora cuando me siento juzgada?
Te dejo aquí un descargable que te puede ayudar a cambiar hábitos, escribe mucho, para entender que te ata a eso que te cuesta tanto cambiar, y por qué necesitas evolucionar. Escribe, o canta, baila, da un paseo sin distracciones, nada o haz algo que te guste, dibuja, medita… lo que sea que te ayude a parar la mente e indagar en el origen de esa necesidad.
Aquí tienes el descargable para conocerte un poco más (clic para descargar)
¿Tienes algún cambio a la vista? ¿sientes esa necesidad imperiosa de evolucionar, de ser una mejor versión de ti misma? ¿de sentirte mejor?
Yo estoy en ello, muy lentamente, observándome mucho y sin juzgar.
Buen camino. Disfruta.
Marta